Recompensa sin precio
En la parábola de la viña (Mateo 20:1-16), un denario representa algo que no tiene precio: la promesa de vida eterna. Todos los que trabajan en la viña reciben la misma recompensa, por la bondad del dueño (la gracia de Dios) y no por las horas trabajadas (mérito). También, San Pablo dice en nuestra epístola (1 Corintios 9:24-10:5) que los atletas compiten por una corona de hojas de laurel que se marchitan, pero los cristianos luchan por una corona incorruptible.
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