David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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¡Levántate, despiertas!

En Mateo 25:1-13 se mencionan diez doncellas de las bodas. Todos tomaron sus lámparas para iluminar el desfile de las boda, pero las prudentes llevaron consigo una provisión adicional de aceite en vasijas dispuestas para tal fin; los tontos e imprevisores, que se negaron a prestar atención a la necesidad, tomaron sólo sus lámparas. Cuando vino el novio, las vírgenes imprevistas no estaban preparadas para la emergencia, sus lámparas, cuyo aceite se había consumido, estaban a punto de apagarse, apenas se veía el resplandor de una mecha seca. En la emergencia de la venida de Cristo al juicio, la utilidad de la vida cristiana es cosa del pasado, y los lazos de la amistad e incluso de la relación más cercana se rompen. El tiempo de gracia ha llegado a su fin. Los comerciantes, dispensadores de la gracia de Dios, han cerrado definitivamente sus tiendas.

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El mundo entero en sus manos para siempre

Todavía Jesucristo no ha regresado en gloria, entonces los burladores dicen hoy como en aquella época de Pedro que la Palabra de Dios no es confiable y que la regularidad y continuidad del orden creado no era y no podía ser interrumpido por eventos sobrenaturales, como la segunda venida del Señor. Sin embargo, hay orden en el universo porque Dios no sólo creó el cielo y la tierra, también mantiene y sostiene todas sus criaturas. Confesamos que después de había resucitado de los muertos, Jesucristo subió al cielo para ser sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso para gobernar el universo juntos con el Padre y el Espíritu Santo. “Porque ellos ignoran voluntariamente esto; que por la palabra de Dios fueron creados los cielos en el tiempo antiguo, y la tierra, que por agua y en agua está asentada; 6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua. Pero los cielos que son ahora, y la tierra, son reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.” 2 Pedro 3:5-7 “El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.” 2 Pedro 8:9