David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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No somos justificados por nuestro propio estándar

En Lucas 18:9-14, Jesús compara los dos clases de personas, los que se creen justos y los justificados por la misericordia de Cristo. En Cristo Jesús todas las personas son justificadas. La fe acepta lo que ya es así. Pero primero el individuo debe confesar su pecado y creer en lo que Cristo hizo por él. El Evangelio le trae la reconciliación y el perdón de Dios. La justicia viene al hombre pecador no por sus propias obras o méritos, sino por la gracia de Dios a través de la fe.

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Para orar en el nombre de Jesús es para orar con fe

En el evangelio para el sexto domingo de Pascua (Juan 16:23-33) Jesús dice que podemos hacer peticiones por nosotros mismos, como él enseña en el Padrenuestro. Pero hay más. En la epístola de hoy (1 Timoteo 2:1-8), San Pablo nos anima, por autoridad apostólica, a orar por todas las personas, especialmente en el culto público, juntos con otros cristianos.

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Oremos en oscuridad y silencio

Gracia y paz en nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

¿Por qué lamentamos el fallecimiento de nuestros seres queridos cuando existe la esperanza de la resurrección? ¿Está mal estar triste cuando alguien muere? No, no es. En este mundo, la muerte sigue siendo nuestro enemigo, el último enemigo a vencer. La muerte todavía significa una separación de aquellos a quienes amamos, por un tiempo indeterminado. Pero sí tenemos esa esperanza de vida eterna para nosotros y los demás. Pero ¿y si hubiésemos visto morir a Jesús y todavía no recibiéramos esa esperanza?

Hoy queremos volver al tiempo del primer Viernes Santo para tratar a sentir las emociones que tenían las personas que presenciaron aquellos eventos. Imagínense que están presentes mientras que el sol subía aquella mañana, viendo a los que colgaron a Jesús en la cruz clavándole clavos en las manos y los pies. Para dejar una impresión en las mentes y los corazones de los creyentes de la terrible consecuencia del pecado y la magnitud del sacrificio de nuestro Salvador, la iglesia cristiana antigua tenía un culto especial el Viernes Santo llamado Ténebre. La palabra significa “oscuridad.” Se llama así por la ceremonia hecha en el culto de apagar las velas sobre el altar. El apagar de las velas, una por una, simboliza como disminuía la lealtad de los discípulos y amigos de Jesús. Las velas también representan la luz del mundo disminuyendo mientras que Cristo iba sufriendo y muriendo. Esto nos hace recordar los eventos que terminaron en la oscuridad total del Viernes Santo. Este culto fue adaptado de un orden antiguo del siglo octavo. Una vela queda alumbrada hasta el final del culto simbolizando que aún en medio de la muerte y la oscuridad, las fuerzas de la muerte y el infierno no prevalecerán contra la luz de Cristo.

Mientras se apaga cada vela, reflexionamos sobre las siete últimas palabras de nuestro Señor desde la cruz. Pensó primero en los demás y pidió a su padre que perdonara a quienes lo crucificaron. Prometió el paraíso al ladrón que moría a su lado. Confió su madre al amado apóstol Juan. Clamó a Dios en la desesperación, la desesperación que merecemos, pero que nunca experimentaremos, sino que murió creyendo que se había hecho la voluntad de Dios.

Cristo murió por nosotros, pero también nos dio ejemplo de cómo seguirlo en el camino de la cruz. Vamos a orar en la oscuridad y el silencio de Dios.

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Más líbranos del mal

Para el drama, la película “El Exorcista” enfatiza las manifestaciones sobrenaturales del poder de Satanás y sus ángeles. El mundo ama el espectáculo de señales y prodigios de cualquier tipo, como leimos en nuestro evangelio (Lucas 11:14-28). En su batalla espiritual, Satanás tiene sus soldados, espíritus malignos llamados demonios. Igual a su líder, los demonios en el principio fueron ángeles santos. La Biblia enseña la realidad de los demonios y la batalla espiritual, pero mucho más sobre los límites del dominio de Satanás.

 

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Oración y tentación

En las lecciones de hoy tenemos dos ejemplos de la oración en el que Dios pone a prueba a las personas para fortalecer su fe. En nuestra lección del Antiguo Testamento (Génesis 32:22-32), Jacob se prepara para su primer encuentro en años con Esaú, el hermano que había jurado matarlo. En nuestro evangelio para hoy, Mateo 15:21-28, encontramos la historia de una mujer cananea de la región de Tiro y de Sidón. Aprendemos de ellos a no rendirnos, sino a perseverar en la oración y en plena fe en que Dios quiere lo mejor para nosotros. El poder de la oración no reside en nuestra sinceridad o perseverancia, sino que si perseveramos con la ayuda del Espíritu Santo, recibimos lo mejor para nosotros.

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Un corazón contrito y humillado

Las últimas palabras del Salmo 51 nos dicen que los sacrificios del corazón se revelan luego en la confesión pública, la absolución y los actos de acción de gracias. Una persona verdaderamente arrepentida ofrecerá al Señor los sacrificios de su corazón, de sus labios y de sus manos, y el Señor se complacerá en tales ofrendas.

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La oración es intercesión

El sexto domingo de Pascua se llama Rogate en latín. Rogate significa la oración, entonces la oración es nuestro tema para hoy. Primero, vamos a ver que dice San Pablo en su primera carta a su discípulo, Timoteo. San Pablo comienza 1 Timoteo 2:1-8 con la exhortación a la oración y la piedad se fundamente claramente en la voluntad de Dios. La invitación es a hacer oraciones de todo tipo. En los cuatro tipos de oración, súplicas o peticiones, acciones de gracias, alabanzas y intercesiones, consiste el sacerdocio de todos los creyentes, también se llama el sacerdocio de todos los bautizados. Todos los revestidos en la justicia de Cristo en el bautismo pueden acercar a Dios en la oración, pero solo ellos. También en Juan 16:23-30, tenemos esta promesa: “De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.”

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El poder de la oración es en la Palabra de Dios

No debemos rendirnos aunque el Señor no nos contesta o parece contra nosotros. Esto es el tema de nuestras lecturas para el segundo domingo en Cuaresma, Génesis 32:22-32 y Mateo 15:21-28. ¿En que consiste el poder de la oración? No en nuestra voluntad o nuestros méritos, sino en las promesas seguras de la Palabra de Dios. Dios nos ha prometido a escuchar todas nuestras oraciones. Sin embargo, la respuesta no depende en la fuerza de nuestra fe. Dios tiene todo el poder y además sabe que necesitamos más que nosotros podamos saber. Dios va a contestar nuestras oraciones en su tiempo según su voluntad. El propósito de la oración es para enseñarnos a confiar mas y mas en Dios.

Mateo 15:21-28

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El pan espiritual, también el pan material

El texto para la predicación hoy, el 31 de julio de 2022, es Marcos 8:1-9. Muy conocida es la historia de la alimentación de cinco mil, mencionada por todos los evangelistas, pero solo Marcos en nuestro texto para hoy, y Mateo (Mateo 15:32-39) relatan este episodio en el ministerio público de Jesucristo. La compasión de Jesús lo mueve a alimentar a otra multitud hambrienta por medio se una segunda multiplicación milagrosa del pan. Así como la alimentación de los 5.000 siguió marca el punto final y culminante del ministerio de Jesús en Galilea, así la alimentación de los 4.000 sigue a la recorrida de Jesús por territorio no-israelita y representa el empeño del Señor de ganar seguidores también entre aquellos territorios habitados por gentiles. Los dos milagros de alimentación de multitudes de Jesús nos recuerdan cuán milagrosamente Dios alimentó a su pueblo Israel con maná y codornices en el desierto. Los israelitas son los primeros en ser alimentados; luego los gentiles también participan en la gracia del Señor. También, se encuentra el mismo patrón en la institución de la Santa Cena. El Señor, en todos estos casos, tomó pan y, habiendo dado gracias, lo partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud. Es decir, en estos casos, el pan material, luego, su cuerpo y sangre en, bajo y con el pan y vino como comida y bebida espiritual.

Marcos 8:1-9

1 En aquellos días, siendo tan grande la multitud, y no teniendo qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: 2 “Tengo compasión de la multitud, porque son ya tres días que están conmigo, y no tienen qué comer;” 3 “y si los envío en ayunas a sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos.” 4 Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto? 5 Y les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?” Y ellos dijeron: Siete. 6 Entonces mandó a la multitud que se sentase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud. 7 Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante. 8 Y comieron, y se saciaron; y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete canastos. 9 Y los que comieron eran como cuatro mil; y los despidió.