David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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Vivir como peregrinos

Como todo ser humano, nacimos en pecado y vivimos en la oscuridad del mundo. Pero Cristo, la luz del mundo, nos ha llamado de la oscuridad a la luz. El apóstol Pedro dice en nuestro epístola (1 Pedro 2:11-20) que debido a que los cristianos no son más que peregrinos en este mundo y esperan con ansias su verdadero hogar en lo alto, Nos ha dado un lugar como ciudadanos de su reino, y, como San Pedro dice en 1 Pedro 2:9-10, nos capacita para vivir como el pueblo de Dios y su sacerdocio real. Con nuestra mirada puesta en este futuro, podemos vivir el ahora con alegría y anticipación entre aquellos que ignoran las palabras de gracia y misericordia de Dios.

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Oración y tentación

En las lecciones de hoy tenemos dos ejemplos de la oración en el que Dios pone a prueba a las personas para fortalecer su fe. En nuestra lección del Antiguo Testamento (Génesis 32:22-32), Jacob se prepara para su primer encuentro en años con Esaú, el hermano que había jurado matarlo. En nuestro evangelio para hoy, Mateo 15:21-28, encontramos la historia de una mujer cananea de la región de Tiro y de Sidón. Aprendemos de ellos a no rendirnos, sino a perseverar en la oración y en plena fe en que Dios quiere lo mejor para nosotros. El poder de la oración no reside en nuestra sinceridad o perseverancia, sino que si perseveramos con la ayuda del Espíritu Santo, recibimos lo mejor para nosotros.

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En el reino de los pájaros

Aunque trabajan constantemente para conseguir alimento para ellos y sus crías, las aves silvestres nos enseñan a no preocuparnos por la comida. Los alimentos, incluso los necesarios para sustentar la vida, y la ropa, incluso los necesarios para abrigarse, no deben ser motivo de preocupación. Nuestro Padre celestial promete que todas estas cosas nos serán dadas por Jesús, quien nos cuida. Él cuida los pájaros y las flores silvestres. La confianza en Jesús da contentamiento. Mateo 6:24-34 es nuestro evangelio para el decimoquinto domingo después de Trinidad.

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La paz y el perdón

La Pascua de Cristo no es solo un día, sino una estación que comienza el Domingo de Pascua y dura 50 días hasta el Domingo de Pentecostés. En el segundo domingo de Pascua, el 16 de abril, recordamos el octavo día después de la resurrección cuando el Señor apareció a Tomás, para mostrar las marcas de la crucifixión (Juan 20:19-31). Había visto a su Señor resucitado, Tomás creyó y quedó satisfecho y feliz. Pero es cierto en todo momento que la bienaventuranza y la felicidad de la fe perfecta no descansan sobre las evidencias de los sentidos ni sobre los sentimientos y la razón, sino sobre la Palabra del Evangelio. Personas que dudan el amor y de la presencia de Dios en sus vidas, muchas veces se lamentan: Si yo hubiera visto al Cristo resucitado tendría una fe más firme y una esperanza más segura. Para tales personas, la historia de la duda de Tomás es un llamado para andar por fe y no por vista.

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Los verdaderos hijos de Abraham

En Juan 8:42-59, nuestro evangelio para el quinto domingo en Cuaresma, 26 de marzo, nuestro Señor explica que la salvación no es por la historia de la familia, sino por la fe que el Espíritu Santo enciende en nuestros corazones como en los corazones de las generaciones anteriores.

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El poder de la oración es en la Palabra de Dios

No debemos rendirnos aunque el Señor no nos contesta o parece contra nosotros. Esto es el tema de nuestras lecturas para el segundo domingo en Cuaresma, Génesis 32:22-32 y Mateo 15:21-28. ¿En que consiste el poder de la oración? No en nuestra voluntad o nuestros méritos, sino en las promesas seguras de la Palabra de Dios. Dios nos ha prometido a escuchar todas nuestras oraciones. Sin embargo, la respuesta no depende en la fuerza de nuestra fe. Dios tiene todo el poder y además sabe que necesitamos más que nosotros podamos saber. Dios va a contestar nuestras oraciones en su tiempo según su voluntad. El propósito de la oración es para enseñarnos a confiar mas y mas en Dios.

Mateo 15:21-28

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Somos llamados en una misma esperanza

Según nuestra epístola para 09 de octubre, el deciséptimo domingo después de Trinidad, Efesios 4:1-6, el único Señor de los cristianos a quien pertenecen, que los ha redimido con su santa y preciosa sangre, es Cristo. En Él creen, a Él reconocen y reconocen como su Señor; por él se han revestido en el bautismo. Así que todos tienen la misma fe, que los unía con su único Señor por medio del mismo sacramento. El bautismo es el sacramento por el cual se entra en esta iglesia. El Credo Niceno repite este pensamiento: “Reconozco un bautismo para la remisión de los pecados”. Los pentecostales se equivocan cuando afirman un segundo bautismo en el Espíritu Santo.

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Mirad las aves del cielo

En Mateo 6:24-34, nuestro evangelio para el decimoquinto domingo después de Trinidad, Jesucristo dice, “No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Esto no es una condenación del éxito en su trabajo, ni una justificación para no trabajar, ni una plataforma política para la redistribución forzada de las bienes. Las advertencia dada aquí es más apropiada para las circunstancias de los discípulos, cuya preocupación sería más con respecto a las necesidades de la vida que a acumular tesoros. El alimento, incluso el necesario para sostener la vida, y el vestido, incluso el exigido para el calor, no deben ser objeto de preocupación que divide y distrae la mente de las cosas espirituales, ni una excusa para no seguir a Cristo. La preocupación con cosas materiales revela una falta de fe y confianza en el Señor para proveer. Peor aún, el seno de la avaricia surge de esta desconfianza en Dios. La clave es versículo 33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” El argumento de Cristo es de más a menos importante: La vida natural es más que el alimento que la sustenta; y el cuerpo que contiene esta vida es más que la ropa que lo protege. ¿Puede, por tanto, el que dio lo más grande, lo más importante, es decir, su Hijo para ganar para nosotros la vida eterna, no ser confiado para dar lo menos?

https://anchor.fm/mision-la-epifania/episodes/Mirad-las-aves-del-cielo-e1obh20

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Tu fe te ha salvado

El texto para el decimocuarto domingo después de Trinidad es Lucas 17:11-19. Todos los hombres oran a Dios en tiempos de aflicción. Unidos en la aflicción, pueden tolerar a los extrañjeros. Pero pocos reconocen la misericordia de Dios una vez que han sido librados de la desgracia y vuelven a despreciar a los que fueron sus compañeros en la miseria. Sin embargo, la fe salvadora, centrada en Jesucristo y el perdón de los pecados y la promesa de la vida eterna, obra un cambio en la vida, ahora y para siempre.

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Por gracia somos salvos

Efesios 2:1-10

1 Y Él os dio vida a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, conforme a la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia; 3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo; en la concupiscencia de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar con Él, en lugares celestiales en Cristo Jesús; 7 para mostrar en las edades venideras las abundantes riquezas de su gracia, en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús 8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

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