David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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El Pastor Perfecto

Cuando nuestro Señor dice “Yo soy el Buen Pastor”, la palabra griega significa el pastor excelente o pastor perfecto. Encontramos un retrato del pastor perfecto en nuestro salmo buen conocido, Salmo 23. En nuestro evangelio para hoy (Juan 10:11-16), nuestro Señor dice “Yo soy el buen pastor”. En Jesús se cumple el Salmo 23, también nuestra lectura del Antiguo Testamento, Ezequiel 34:11-16. Aunque Moisés, David y otros en el Antiguo Testamento eran buenos pastores del redil de Dios, ninguno de ellos podía identificarse como el Buen Pastor. Hay uno solo que ha dado su vida como sacrificio por las ovejas, Él que es su dueño.

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Cristo es nuestra piedra del ángulo

En Mateo 21:33-46, nuestro evangelio de este vigésimo domingo después de Trinidad, nuestro Señor, como hace a menudo, hace un retrato de su iglesia. De hecho, dos imágenes: una viña y un edificio de piedra. Debemos pensar que la viña, en este caso, es la que el Señor había plantado en medio del pueblo de Israel, su pueblo escogido en el Antiguo Testamento. El edificio de piedra es la Iglesia del Nuevo Testamento. Cristo es la piedra angular. Por eso, la promesa de la vida eterna es segura para los fieles. Sin embarg, los que rechazan a Jesucristo son excluidos del reino y destinado para una eternidad legos de Dios en el infierno.

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Andéis como es digno del llamamiento con que sois llamados

“Un cuerpo, y un Espíritu, como sois también llamados en una misma esperanza de vuestro llamamiento. Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todo, y por todo, y en todos vosotros.” Efesios 4:1-6, la epístola para el decimoséptimo domingo después de Trinidad, nos da la base para la unidad de la Iglesia. El Espíritu Santo nos une a todos en la misma esperanza a través del bautismo. San Pablo no dice: Vivid según el llamado de Dios y vuestra decisión. Él dice: Vivid según el principio de que el Espíritu Santo os ha llamado por el Evangelio. Además, dice “con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor”.

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Derramaré mi Espíritu sobre toda carne

“Y será que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros viejos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.” Joel 2: 28-32. Esta profecía de Joel se cumplió, en cuanto a su comienzo, en el gran día de Pentecostés, como también afirma Pedro en la introducción a su poderoso sermón pronunciado ante los asombrados habitantes de la ciudad de Jerusalén. Joel había profetizado que en los últimos días el Espíritu Santo sería derramado sobre todos los hombres. Dios revelaría su voluntad no solo a los profetas, sino a todos los hombres. El hablar en lenguas no fue el desencadenamiento momentáneo de una emoción efervescente sino la obra del Dios eterno. Fue el resultado no del vino, sino del Espíritu Santo. La predicación de Cristo, que fue iniciada por los humildes pescadores de Galilea, se ha difundido por todo el mundo, reuniendo en sí a su Iglesia de entre todas las naciones del mundo. Hijos e hijas, ancianos y jóvenes, siervos y siervas, reciban el don del Espíritu Santo. Y aunque la obra del Espíritu no se manifiesta de la misma manera que en los primeros días de la iglesia, en visiones, en sueños, en profecía, sin embargo, el Espíritu vive en los corazones de los creyentes, les da el conocimiento de Jesucristo, su Salvador, y los insta a hablar de aquello en lo que creen tan firmemente, y a invocar el nombre del Señor. El derramamiento del Espíritu es el último de los grandes milagros de Dios hasta el gran día de su regreso al juicio. Mientras tanto, tenemos el consuelo de que nuestra salvación está segura en Él.

 

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Habrá un rebaño y un pastor

Nuestro texot para el tercer domingo de Pascua es Juan 10:11-16. Uno solo puede llamarse “el Buen Pastor” porque hay uno solo que ha dado su vida como sacrificio por las ovejas. Entonces, ¿por qué hay pastores en la iglesia hoy en día? Sabemos por causa de otros pasajes del Nuevo Testamento que nuestro Señor instituyó un oficio de la predicación de la Palabra y la administración de los sacramentos. También mandó a los apóstoles entrenar otros para apacentar las ovejas y busca para las esparcidas. La misión de la iglesia es para buscar a las ovejas esparcidas y guardarlas en el rebaño hasta el día que Cristo venga.

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La sabiduría de Dios sea dada a conocer por la iglesia

Por esta causa yo Pablo, prisionero de Jesucristo por vosotros los gentiles, si es que habéis oído de la dispensación de la gracia de Dios que me ha sido dada para con vosotros; que por revelación me hizo conocer el misterio, como antes escribí en breve, leyendo lo cual, podéis entender mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras edades no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu; que los gentiles sean coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de su promesa en Cristo por el evangelio, del cual yo fui hecho ministro según el don de la gracia de Dios dado a mí por la operación de su poder. A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me es dada esta gracia de predicar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo; y de aclarar a todos cuál es la comunión del misterio escondido desde el principio del mundo en Dios, que creó todas las cosas por Jesucristo; para que la multiforme sabiduría de Dios sea dada a conocer por la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús Señor nuestro; en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe de Él. Efesios 3:1-12

https://anchor.fm/mision-la-epifania/episodes/La-sabidura-de-Dios-sea-dada-a-conocer-por-la-iglesia-e1t90sc

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Somos llamados en una misma esperanza

Según nuestra epístola para 09 de octubre, el deciséptimo domingo después de Trinidad, Efesios 4:1-6, el único Señor de los cristianos a quien pertenecen, que los ha redimido con su santa y preciosa sangre, es Cristo. En Él creen, a Él reconocen y reconocen como su Señor; por él se han revestido en el bautismo. Así que todos tienen la misma fe, que los unía con su único Señor por medio del mismo sacramento. El bautismo es el sacramento por el cual se entra en esta iglesia. El Credo Niceno repite este pensamiento: “Reconozco un bautismo para la remisión de los pecados”. Los pentecostales se equivocan cuando afirman un segundo bautismo en el Espíritu Santo.

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Cristo te ama, no importa tu color

Efesios 2:13-22

13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14 Porque Él es nuestra paz, que de ambos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación; 15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos contenidos en ordenanzas, para hacer en sí mismo de los dos un nuevo hombre, haciendo así la paz; 16 y reconciliar con Dios a ambos en un cuerpo mediante la cruz, matando en sí mismo las enemistades. 17 Y vino, y predicó la paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 18 porque por medio de Él ambos tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. 19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y de la familia de Dios; 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; 22 en quien también vosotros sois juntamente edificados, para morada de Dios en el Espíritu.