David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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Seremos como Él, porque le veremos como Él es

Martín Lutero cuestionó la idea de que el Papa pudiera utilizar un tesoro de méritos ganados a través de la devoción y buenas obras de personas declaradas “santos” por la iglesia romana para aliviar el tiempo servido por personas menos ejemplares como penitencia en el Purgatorio con cartas de indulgencia. Gracias a Lutero y sus compañeros reformadores, ahora entendemos que toda la iglesia, tanto en la tierra como en el cielo, es la comunión de los santos, que son todos los que han sido declarados justos a los ojos de Dios mediante la fe en Jesucristo. Como dice 1 Juan 3:1-3, nuestro texto para el domingo de Todos los Santos: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él apareciere, seremos semejantes a Él, porque le veremos como Él es. Y cualquiera que tiene esta esperanza en Él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro.”

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Andéis como es digno del llamamiento con que sois llamados

“Un cuerpo, y un Espíritu, como sois también llamados en una misma esperanza de vuestro llamamiento. Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todo, y por todo, y en todos vosotros.” Efesios 4:1-6, la epístola para el decimoséptimo domingo después de Trinidad, nos da la base para la unidad de la Iglesia. El Espíritu Santo nos une a todos en la misma esperanza a través del bautismo. San Pablo no dice: Vivid según el llamado de Dios y vuestra decisión. Él dice: Vivid según el principio de que el Espíritu Santo os ha llamado por el Evangelio. Además, dice “con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor”.

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Éste es mi Hijo amado

“Éste es mi Hijo amado, en quien tengo contentamiento; a Él oíd”. Con estas palabras culminó el suceso en el monte de la Transfiguración. En Mateo 17:1-9, nuestro evangelio para el 29 de enero de 2023, Jesús fue investido con honor y gloria de su mismo Padre celestial. No todos los discípulos vieron su gloria divina brilló a través de su forma y persona exterior, solo Pedro, Juan y Santiago. Tampoco todos nosotros somos testigos oculares a la resurrección. Pero, en nuestra epístola (2 Pedro 1:16-21), Pedro dice así, “Tenemos además la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien de estar atentos como a una lámpara que alumbra en lugar oscuro hasta que el día esclarezca, y la estrella de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada; porque la profecía no vino en tiempo pasado por la voluntad del hombre; sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo guiados por el Espíritu Santo.”

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