David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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¿Sabéis los que os he hecho?

Juan 13:1-15 presenta la historia de la última noche de la vida terrenal de Jesucristo, aunque sin mencionar las palabras de la institución de la Santa Cena que leímos en la epístola (1 Corintios 11:23-32). Sin embargo, encontramos las verdades sobre los dos sacramentos, el bautismo y la Santa Cena. Cristo no instituyó otro sacramento en el lavamiento de sus pies, sino que estableció un modelo de humildad para recibir los dones de la fe y el perdón de los pecados.

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No por Moisés sino por Cristo somos salvos

Con la ayuda de Dios, Moisés alimentó a las multitudes en el desierto con el maná del cielo. En Juan 6:1-15 el evangelista enfatiza que Jesús no sólo sustituye el cordero en la Pascua del Antiguo Testamento, sino también reemplaza a Moisés como el profeta enviado para revelar a la voluntad del Padre.

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Cristo es la Peña de Horeb

“He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña de Horeb.” (Éxodo 17:6). El Israel antiguo experimentó la misma gracia que los cristianos experimentan en su bautismo (1 Corintios 10:1-2). También Israel tenía una cena sobrenatural dada por el Señor para nutrir su presencia en la iglesia. Y, con todo, Israel cayó y provocó el juicio de Dios. Así como Israel recibió los dones espirituales de Dios pero resistió su voluntad, así la iglesia puede rechazar a Dios a pesar de sus bendiciones. Las tentaciones que enfrenta continuamente el pueblo de Dios se resumen en la adoración de aquello que no es Dios. La gracia de Dios, y sus dones, colocan al hombre en una relación personal y responsable con él. No asegura al hombre contra el pecado y el juicio en forma mágica y automática. Sin embargo, no que los cristianos vivan en terror; ellos saben que el Dios fiel, que los llamó a la hermandad de su Hijo queda a cargo en forma protectora des sus vidas en luchas.

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Un asiento en la mesa

La invitación hecha por las “criadas” de la sabiduría en Proverbios 9:1-10 se oye nuevamente la parábola de Jesús en Lucas 14:15-24, nuestro evangelio para el segundo domingo después de Trinidad. En esta parábola, el padre de la familia es Dios Padre todopoderoso. Para compartir la mesa del Señor es para ser miembro de la familia, que es la comunión de los santos. Él nos invita a santificarlos a través de su bautismo, consolarlos y fortalecerlos a través del sacramento de su cuerpo y sangre; que no tengan necesidad de nada, que haya mucha abundancia y que todos estén satisfechos.

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La paz y el perdón

La Pascua de Cristo no es solo un día, sino una estación que comienza el Domingo de Pascua y dura 50 días hasta el Domingo de Pentecostés. En el segundo domingo de Pascua, el 16 de abril, recordamos el octavo día después de la resurrección cuando el Señor apareció a Tomás, para mostrar las marcas de la crucifixión (Juan 20:19-31). Había visto a su Señor resucitado, Tomás creyó y quedó satisfecho y feliz. Pero es cierto en todo momento que la bienaventuranza y la felicidad de la fe perfecta no descansan sobre las evidencias de los sentidos ni sobre los sentimientos y la razón, sino sobre la Palabra del Evangelio. Personas que dudan el amor y de la presencia de Dios en sus vidas, muchas veces se lamentan: Si yo hubiera visto al Cristo resucitado tendría una fe más firme y una esperanza más segura. Para tales personas, la historia de la duda de Tomás es un llamado para andar por fe y no por vista.

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Él pasó la prueba otra vez

Jesús rechazó la tentación de convertir piedras en pan en el desierto. Pero, luego multiplicó cinco panes de cebada y dos pececillos para la alimentación de cinco mil, según Juan 6:1-15, nuestro texto para el cuarto domingo en Cuaresma. Sin embargo, Jesús pasó la misma prueba. ¿Como? ¿Y que implica para nosotros?

Juan 6:1-15

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La santidad del matrimonio

Juan 2:1-11 es nuestro evangelio para este domingo, 22 de enero. La presencia de Jesucristo, con su madre y sus discípulos, en un banquete de bodas, y el hecho de que él realice allí su primer milagro, es un reconocimiento del matrimonio como honorable y santo. De hecho, el matrimonio es una institución divina, y es agradable al Señor; está totalmente de acuerdo con su diseño y voluntad que las personas entren en este estado sagrado de manera adecuada y con un pleno entendimiento de sus derechos y privilegios, así como de sus deberes.

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El lenguaje de señas

Según San Pablo en Romanos 10:17, “Así que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Pero, ¿Qué pasa si un hombre no puede oír? En nuestro evangelio para 04 de septiembre de 2022, el duodécimo domingo después de Trinidad (Marcos 7:31-37), nuestro Señor usa lenguaje de señas para comunicarse con un hombre sordomudo. También, con nosotros que tenemos todos los cinco sentidos, Dios no comunicarse solo por la predicación de la Palabra escrita, las Sagradas Escrituras, y el anuncio de la absolución. Tenemos los sacramentos, ritos instituidos por Jesucristo como medios de gracia. En los sacramentos del bautismo y la Santa Cena, la Palabra de Dios está vinculada con elementos visibles y tangibles.
“Y así como la palabra entra por los óidos para tocar los corazones, así también el reto entra por los óidos para tocar los corazones, así también el rito entra por los ojos para mover los corazones. El efecto de la alabra y el del rito es el mismo, como lo dijo muy acerdamente Agustín: El sacramento es palabra visible, porque el rito se recibe por los ojos, y es como una representación gráfica de la palabra, y significa lo mismo que la palabra. Por eso, el efecto de ambos es el mismo.” La Defensa de la Confesión del Augburgo, Artículo XIII:6.

El lenguaje de señas