La fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios

“Así que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” En Romanos 10:9-17, nuestro epístola para el duodécimo domingo después de Trinidad, San Pablo afirma que la predicación del evangelio tanto a los judíos como a los gentiles es conforme a la voluntad de Dios. Puesto que el Señor quiere que todos los hombres se salven, también quiere que el Evangelio sea predicado a todos los hombres. El mensaje de Isaías 29:17-24 concuerda con la del apóstol. Dios desea que sus hijos de todos los tiempos aprendan de Él la verdadera sabiduría, que escuchen y presten atención a su Palabra y sean encontrados en los caminos de la santificación. ¿Y los que no pueden oír? El profeta dice así: “Y en aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas.” Nuestro Señor cumplió la profecía de Isaías en Marcos 7:31-37, también Salmo 146. Este hecho del Señor no fue una ordenanza para todos, pero en otra manera tiene el aspecto de un sacramento. La Palabra de Dios fue ligada con un elemento visible. Fíjate: Aquel hombre no tenía ninguna habilidad para sanar si mismo. Todo fue hecho por la Palabra del Señor. Dios ha dado la predicación de la Palabra y los sacramentos para que las personas lleguen a la fe.