David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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Abre tus ojos y vive

Los ciegos no pueden guiar a otros ciegos, como dice nuestro Señor en Lucas 6:36-42. Quien quiera mostrarle el camino a otra persona, primero debe tener él mismo el conocimiento adecuado. El que quiera corregir los pecados y debilidades de los demás debe haber adquirido el conocimiento correcto acerca de su propia condición pecaminosa. Las personas sin amor son espiritualmente ciegas. No ven sus propios pecados y se vuelven hipócritas. Condenan en los demás lo que permiten en ellos mismos.

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Para que llene mi casa

En el evangelio de hoy, Lucas 14:15-24, nuestro Señor habla de una invitación al banquete. También en Proverbios 9:1-10, la sabiduría, es decir, la sabiduría divina, o en otras palabras, la que toca el corazón y ilumine la mente de los seres humanos, dice, “¡Ven acá! Venid, comed mi pan, bebed mi vino.” Pero, primero la sabiduría edificó su casa y preparó su banquete en esta casa. Y en la parábola de la gran cena, el Señor mandó tus siervos a buscar por los caminos y por los vallados “para que llene mi casa”. Se levanta la pregunta, ¿la casa es el edificio o la gente reunida bajo el techo? Normalmente descubrimos la familia unida, sobre todo compartiendo comidas, bajo un techo, en un edificio. Encontramos la Palabra de Dios en su pureza y los sacramentos administrados según el mandato del Señor en la congregación local. Sin embargo, la congregación local no es una entidad aislado, así como no es simplemente un edificio o un local. Es en miniatura la santa iglesia cristiana en su totalidad de que el apóstol Pablo habla en nuestra epístola (Efesios 2:13-22). San Pablo identifica la iglesia como la familia de Dios, también un edificio. Los creyentes no sólo son miembros de la familia de Dios, sino que ellos mismos constituyen la casa, el templo de Dios; son las piedras vivas del sagrado edificio de la iglesia. Son edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas.