David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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Una parábola de opuestos

Jesús dice en Lucas 16:1-13 que la gente de este mundo es astuta en estas cosas, pero es una astucia egoísta que no se preocupa por otras personas. El mayordomo engañó a todos para obtener todo para sí mismo. El objetivo del cristiano en ese sentido debe ser el opuesto del administrador injusto. Su pensamiento principal es el gozo y la seguridad de la vida eterna. Es sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Pero, así como el administrador malvado usó todo con astucia para su propio beneficio en esta vida solamente, así también el hijo creyente de Dios debe usar todo con astucia como Dios quiere que lo use en su propio beneficio para la vida venidera.

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Cuidado con los lobos rapaces

En el Evangelio para hoy, nuestro Señor habla de “los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7:15-23). Cuando San Pablo estuvo a punto de dejar a los pastores en Asia Menor, también llamó lobos salvajes a los falsos maestros. Pueden llegar a los cristianos desde fuera. Surgen también en la iglesia, en las congregaciones. ¿Por qué la gente le teme a los lobos? Porque los lobos matan y devoran a la gente, en este caso no a la carne y los huesos, sino de las almas de los creyentes.

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La paga del pecado y el don de Dios

Debido a que Jesús es el segundo Adán, que pasó la prueba que el primer Adán falló, nuevamente tenemos la promesa de vida eterna, como dice San Pablo en nuestra epístola (Romanos 6:19-23). El don gratuito de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor. No hay aquí una palabra, ni una pizca de recompensa: la vida eterna es un don gratuito e inmerecido de gracia y misericordia. Sin embargo, la paga del pecado es muerte; Lo que el pecado, como gobernante tiránico, paga a sus súbditos, es su debida y merecida recompensa. No se puede permitir que el pecado quede sin recompensa, es decir, sin castigo. Para un pecador confirmado, esperar el perdón sin expiación es esperar lo imposible, es decir, que Dios, al final, resultará injusto.

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La ley que hace sabio el sencillo

Salmo 19 dice así: “La ley de Jehová es perfecta, convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.” Sin el arrepentimiento del pecado y la luz de Cristo en el corazón, la ley es una gran carga que no queremos soportar, no condena y produce ira contra Dios. Pero si hemos recibido la nueva vida en Cristo, ya no obedecemos la ley por temor al castigo. Más bien, debido a que Dios nos ha amado sin medida, hacer su voluntad es nuestro gozo. La ley nos proporciona una guía hacia este fin. Permanezcamos en Él por la fe para que podamos producir mucho fruto para glorificar a nuestro Padre celestial y beneficiar a nuestro prójimo en la tierra. Estos hechos no nos salvan pero prueban que tenemos fe en nuestro Señor Jesús.

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Se misericordioso como tu Padre

Sergio Maita predicó en la Iglesia Luterana “Fuente de Vida”, Puerto Ordaz, edo. Bolívar, Venezuela, el 30 de junio de 2024. El texto era Lucas 6:36-42. Sergio es el pastor de la Iglesia Luterana “Pan de Vida”, Santo Domingo, la República Dominicana, y profesor del Seminario Concordia “El Reformador”. Nació en Maturín, edo. Monagas, Venezuela, y creció como miembro de la Iglesia Luterana “Cristo Rey” en Maturín.

Lucas 6:36–42 (RVR60): Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.

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Para preparar el camino del Señor

Aunque se celebra el 24 de junio en gran parte de Venezuela, este domingo 23 de junio celebramos la Natividad de Juan el Bautista, tres meses después del 25 de marzo, festividad de la Anunciación, que celebra que el Arcángel Gabriel dijera a la virgen María que su prima Elisabet estaba en su sexto mes de embarazo; y seis meses antes de la celebración del nacimiento de Jesús en la Navidad. Recordamos el nacimiento y la circuncisión de Juan ocho días después en el mismo día. En el calendario histórico de la iglesia, ocho días después del 24 de junio es el festividad de la Visitación, cuando María visitó a Elisabet (Lucas 1:39-56). El propósito de estas fiestas no tiene por objeto celebrar las fechas exactas de estos acontecimientos, sino simplemente conmemorarlas de forma relacionada. Anticipamos la Navidad todo el año.

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Abre tus ojos y vive

Los ciegos no pueden guiar a otros ciegos, como dice nuestro Señor en Lucas 6:36-42. Quien quiera mostrarle el camino a otra persona, primero debe tener él mismo el conocimiento adecuado. El que quiera corregir los pecados y debilidades de los demás debe haber adquirido el conocimiento correcto acerca de su propia condición pecaminosa. Las personas sin amor son espiritualmente ciegas. No ven sus propios pecados y se vuelven hipócritas. Condenan en los demás lo que permiten en ellos mismos.

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Para que llene mi casa

En el evangelio de hoy, Lucas 14:15-24, nuestro Señor habla de una invitación al banquete. También en Proverbios 9:1-10, la sabiduría, es decir, la sabiduría divina, o en otras palabras, la que toca el corazón y ilumine la mente de los seres humanos, dice, “¡Ven acá! Venid, comed mi pan, bebed mi vino.” Pero, primero la sabiduría edificó su casa y preparó su banquete en esta casa. Y en la parábola de la gran cena, el Señor mandó tus siervos a buscar por los caminos y por los vallados “para que llene mi casa”. Se levanta la pregunta, ¿la casa es el edificio o la gente reunida bajo el techo? Normalmente descubrimos la familia unida, sobre todo compartiendo comidas, bajo un techo, en un edificio. Encontramos la Palabra de Dios en su pureza y los sacramentos administrados según el mandato del Señor en la congregación local. Sin embargo, la congregación local no es una entidad aislado, así como no es simplemente un edificio o un local. Es en miniatura la santa iglesia cristiana en su totalidad de que el apóstol Pablo habla en nuestra epístola (Efesios 2:13-22). San Pablo identifica la iglesia como la familia de Dios, también un edificio. Los creyentes no sólo son miembros de la familia de Dios, sino que ellos mismos constituyen la casa, el templo de Dios; son las piedras vivas del sagrado edificio de la iglesia. Son edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas.

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Es imposible separar la fe del amor de Dios

Nuestra lección del Antiguo Testamento (Génesis 15:1-6) habla de la fe de Abraham. La epístola (1 Juan 4:16-21) habla del amor perfecto que fluye de Dios hacia nosotros y de nosotros hacia nuestro prójimo. Las palabras “El perfecto amor echa fuera el temor” unen los dos temas. La Apología de la Confesión de Augsburgo, artículo IV:141) dice esto: “Es imposible separar la fe del amor de Dios, por pequeño que sea, porque por medio de Cristo se llega al Padre; y una vez aceptado el perdón de los pecados, estamos seguros de que tenemos un Dios es el Dios nuestro, es decir, de que Dios cuida de nosotros. En consecuencia le invocamos, le damos gracias, le tememos y amamos, como nos lo enseña Juan en su primera carta (1 Juan 4:19): Amamos porque él nos amó primero es decir, porque dio a su Hijo por nosotros y nos perdonó nuestros pecados. Entonces indica que la fe precede mientras que el amor sigue.”

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No se puede salvar sin fe en la Trinidad

Nuestro evangelio de hoy, Juan 3:1-21 contiene las principales verdades cristianas centrales: La Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo); la necesidad del renacimiento mediante el bautismo; Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre en una sola persona; la crucifixión de Jesús que salva a todos los hombres; la nueva vida del creyente comparada con la vida muerta del incrédulo; la fe salva, la incredulidad condena; Jesús, la Luz del mundo. Nuestro texto habla claramente del Dios Trino como el Dios salvador.