Las lágrimas de Jesucristo muestran su misericordia

Las lágrimas de Cristo son la evidencia de que Él sinceramente no quiere nuestra perdición. Pero, Él no lloró solo por la destrucción material del templo y la ciudad, también por la caída espiritual del pueblo de Dios. San Pablo también se afligió por la apostasía de los judíos en nuestra epístola de hoy (Romanos 9:30-10:4). Para nosotros, el pueblo de Dios a través del nuevo pacto en la sangre de Cristo, tenemos la promesa de la vida eterna por la fe. Sin embargo, las cosas exteriores, un templo hermoso y obediencia en los externos, no garantizan la inmunidad de las consecuencias de nuestra soberbia y falta de arrepentimiento. El juicio contra Jerusalén y su templo es un ejemplo para nosotros también.

Lucas 19:41-48

41 Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, 42 diciendo: “¡Oh si hubieses conocido, aun tú, a lo menos en este tu día, lo que toca a tu paz! Pero ahora está encubierto a tus ojos.” 43 “Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con vallado, y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho,” 44 “y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti; y no dejarán en ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.” 45 Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él, 46 diciéndoles: “Escrito está: Mi casa, es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” 47 Y enseñaba cada día en el templo; pero los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle. 48 Y no hallaban qué hacer, porque todo el pueblo estaba muy atento oyéndole.