David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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La paz y el perdón

La Pascua de Cristo no es solo un día, sino una estación que comienza el Domingo de Pascua y dura 50 días hasta el Domingo de Pentecostés. En el segundo domingo de Pascua, el 16 de abril, recordamos el octavo día después de la resurrección cuando el Señor apareció a Tomás, para mostrar las marcas de la crucifixión (Juan 20:19-31). Había visto a su Señor resucitado, Tomás creyó y quedó satisfecho y feliz. Pero es cierto en todo momento que la bienaventuranza y la felicidad de la fe perfecta no descansan sobre las evidencias de los sentidos ni sobre los sentimientos y la razón, sino sobre la Palabra del Evangelio. Personas que dudan el amor y de la presencia de Dios en sus vidas, muchas veces se lamentan: Si yo hubiera visto al Cristo resucitado tendría una fe más firme y una esperanza más segura. Para tales personas, la historia de la duda de Tomás es un llamado para andar por fe y no por vista.

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Los verdaderos hijos de Abraham

En Juan 8:42-59, nuestro evangelio para el quinto domingo en Cuaresma, 26 de marzo, nuestro Señor explica que la salvación no es por la historia de la familia, sino por la fe que el Espíritu Santo enciende en nuestros corazones como en los corazones de las generaciones anteriores.

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El poder de la oración es en la Palabra de Dios

No debemos rendirnos aunque el Señor no nos contesta o parece contra nosotros. Esto es el tema de nuestras lecturas para el segundo domingo en Cuaresma, Génesis 32:22-32 y Mateo 15:21-28. ¿En que consiste el poder de la oración? No en nuestra voluntad o nuestros méritos, sino en las promesas seguras de la Palabra de Dios. Dios nos ha prometido a escuchar todas nuestras oraciones. Sin embargo, la respuesta no depende en la fuerza de nuestra fe. Dios tiene todo el poder y además sabe que necesitamos más que nosotros podamos saber. Dios va a contestar nuestras oraciones en su tiempo según su voluntad. El propósito de la oración es para enseñarnos a confiar mas y mas en Dios.

Mateo 15:21-28

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Somos llamados en una misma esperanza

Según nuestra epístola para 09 de octubre, el deciséptimo domingo después de Trinidad, Efesios 4:1-6, el único Señor de los cristianos a quien pertenecen, que los ha redimido con su santa y preciosa sangre, es Cristo. En Él creen, a Él reconocen y reconocen como su Señor; por él se han revestido en el bautismo. Así que todos tienen la misma fe, que los unía con su único Señor por medio del mismo sacramento. El bautismo es el sacramento por el cual se entra en esta iglesia. El Credo Niceno repite este pensamiento: “Reconozco un bautismo para la remisión de los pecados”. Los pentecostales se equivocan cuando afirman un segundo bautismo en el Espíritu Santo.

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Mirad las aves del cielo

En Mateo 6:24-34, nuestro evangelio para el decimoquinto domingo después de Trinidad, Jesucristo dice, “No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Esto no es una condenación del éxito en su trabajo, ni una justificación para no trabajar, ni una plataforma política para la redistribución forzada de las bienes. Las advertencia dada aquí es más apropiada para las circunstancias de los discípulos, cuya preocupación sería más con respecto a las necesidades de la vida que a acumular tesoros. El alimento, incluso el necesario para sostener la vida, y el vestido, incluso el exigido para el calor, no deben ser objeto de preocupación que divide y distrae la mente de las cosas espirituales, ni una excusa para no seguir a Cristo. La preocupación con cosas materiales revela una falta de fe y confianza en el Señor para proveer. Peor aún, el seno de la avaricia surge de esta desconfianza en Dios. La clave es versículo 33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” El argumento de Cristo es de más a menos importante: La vida natural es más que el alimento que la sustenta; y el cuerpo que contiene esta vida es más que la ropa que lo protege. ¿Puede, por tanto, el que dio lo más grande, lo más importante, es decir, su Hijo para ganar para nosotros la vida eterna, no ser confiado para dar lo menos?

https://anchor.fm/mision-la-epifania/episodes/Mirad-las-aves-del-cielo-e1obh20

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Tu fe te ha salvado

El texto para el decimocuarto domingo después de Trinidad es Lucas 17:11-19. Todos los hombres oran a Dios en tiempos de aflicción. Unidos en la aflicción, pueden tolerar a los extrañjeros. Pero pocos reconocen la misericordia de Dios una vez que han sido librados de la desgracia y vuelven a despreciar a los que fueron sus compañeros en la miseria. Sin embargo, la fe salvadora, centrada en Jesucristo y el perdón de los pecados y la promesa de la vida eterna, obra un cambio en la vida, ahora y para siempre.

https://anchor.fm/dashboard/episode/e1o15iu

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Por gracia somos salvos

Efesios 2:1-10

1 Y Él os dio vida a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, conforme a la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia; 3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo; en la concupiscencia de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar con Él, en lugares celestiales en Cristo Jesús; 7 para mostrar en las edades venideras las abundantes riquezas de su gracia, en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús 8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

https://misionluteranalaepifania.wordpress.com/2022/08/28/por-gracia-somos-salvos/

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El pan espiritual, también el pan material

El texto para la predicación hoy, el 31 de julio de 2022, es Marcos 8:1-9. Muy conocida es la historia de la alimentación de cinco mil, mencionada por todos los evangelistas, pero solo Marcos en nuestro texto para hoy, y Mateo (Mateo 15:32-39) relatan este episodio en el ministerio público de Jesucristo. La compasión de Jesús lo mueve a alimentar a otra multitud hambrienta por medio se una segunda multiplicación milagrosa del pan. Así como la alimentación de los 5.000 siguió marca el punto final y culminante del ministerio de Jesús en Galilea, así la alimentación de los 4.000 sigue a la recorrida de Jesús por territorio no-israelita y representa el empeño del Señor de ganar seguidores también entre aquellos territorios habitados por gentiles. Los dos milagros de alimentación de multitudes de Jesús nos recuerdan cuán milagrosamente Dios alimentó a su pueblo Israel con maná y codornices en el desierto. Los israelitas son los primeros en ser alimentados; luego los gentiles también participan en la gracia del Señor. También, se encuentra el mismo patrón en la institución de la Santa Cena. El Señor, en todos estos casos, tomó pan y, habiendo dado gracias, lo partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud. Es decir, en estos casos, el pan material, luego, su cuerpo y sangre en, bajo y con el pan y vino como comida y bebida espiritual.

Marcos 8:1-9

1 En aquellos días, siendo tan grande la multitud, y no teniendo qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: 2 “Tengo compasión de la multitud, porque son ya tres días que están conmigo, y no tienen qué comer;” 3 “y si los envío en ayunas a sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos.” 4 Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto? 5 Y les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?” Y ellos dijeron: Siete. 6 Entonces mandó a la multitud que se sentase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud. 7 Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante. 8 Y comieron, y se saciaron; y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete canastos. 9 Y los que comieron eran como cuatro mil; y los despidió.

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Reconcíliate primero con tu hermano

Nuestro texto para hoy es la base de compartir la paz en nuestro servicio divino. Desde los primeros siglos, los cristianos se saludaban antes de comulgar. Esto se ve en casi todas las liturgias antiguas. Antes de recibir la sangre y el cuerpo del Señor, debemos confesar nuestros pecados a Dios y recibir la absolución del pastor. Pero, también, antes de comulgar, debemos que reconciliarnos con otros, especialmente nuestros hermanos en la fe. Para saludar unos a otros diciendo, “La paz de Cristo sea contigo” es una expresión de esta reconciliación. Debemos evitar el error de los fariseos. El rasgo de su doctrina y de su vida era una observancia servil de los actos externos, lo que les daba una gran muestra de piedad ante el pueblo. Pero sus corazones estaban lejos de la verdadera justicia del corazón, que busca, en el verdadero amor al prójimo, hacer la voluntad de Dios en palabra y obra. Dondequiera que sea el caso, no hay fe y, por lo tanto, no hay idea de entrar en el reino de los cielos.

Mateo 5:20-26 

“Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Oísteis que fue dicho por los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare estará expuesto a juicio. Mas yo os digo que cualquiera que sin razón se enojare contra su hermano, estará en peligro del juicio; y cualquiera que dijere a su hermano: Raca, estará en peligro del concilio; y cualquiera que le dijere: Fatuo, estará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si trajeres tu ofrenda al altar, y allí te acordares que tu hermano tiene algo contra ti; deja allí tu ofrenda delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo pronto con tu adversario, mientras estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.”

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Padre Abraham tiene muchos hijos

Lucas 16:19-31

19 “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.” 20 “Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado a la puerta de él, lleno de llagas,” 21 “y deseaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.” 22 “Y aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Y murió también el rico, y fue sepultado.” 23 “Y en el infierno alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio a Abraham de lejos, y a Lázaro en su seno.” 24 “Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama.” 25 “Y Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; mas ahora éste es consolado, y tú atormentado.” 26 “Y además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan, ni de allá pasar acá.” 27 “Entonces él dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,” 28 “porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, para que no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29 “Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.” 30 “Él entonces dijo: No, padre Abraham; mas si alguno va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.” 31 “Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los muertos.”