David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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La Palabra de Dios y la Persona de Cristo

“¿Qué pensáis de Cristo? ¿De quién es hijo?” Esto es lo que Jesús preguntó a los fariseos en Mateo 22:34-46, el evangelio seleccionado para el decimoctavo domingo después de Trinidad. Para nosotros también hoy día, su destino se decidirá según la forma en que los hombres decidan su estimación de Cristo. En este último intento de convertir a sus enemigos Jesús les ofrece la clara enseñanza del Antiguo Testamento de lo que dice la Palabra de Dios y de su persona, verdadero Dios y verdadero hombre.

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Andéis como es digno del llamamiento con que sois llamados

“Un cuerpo, y un Espíritu, como sois también llamados en una misma esperanza de vuestro llamamiento. Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todo, y por todo, y en todos vosotros.” Efesios 4:1-6, la epístola para el decimoséptimo domingo después de Trinidad, nos da la base para la unidad de la Iglesia. El Espíritu Santo nos une a todos en la misma esperanza a través del bautismo. San Pablo no dice: Vivid según el llamado de Dios y vuestra decisión. Él dice: Vivid según el principio de que el Espíritu Santo os ha llamado por el Evangelio. Además, dice “con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor”.

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Más que un profeta

Cuando el pueblo decía: “Ha surgido entre nosotros un gran profeta”(Lucas 7:11-17), tal vez ellos estaban pensando en Elías. En nuestra lectura del Antiguo Testamento (I Reyes 17:17-24) para el decimosexto domingo después de Trinidad, Elías también restauró su hijo a una viuda. Sin embargo, ni Elías ni Eliseo (II Reyes 4:36) ni Pedro (Hechos 9:41) ni Pablo (Hechos 20:10-12) resucitaron a los muertos por su propia palabra o poder. Un mero reconocimiento de Jesús como gran profeta y reformador social no es suficiente en ningún momento. Todos los hombres deben saber que Él es el único Señor de la vida y Salvador del mundo. Sólo este conocimiento y confianza traerán la vida eterna.

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En el reino de los pájaros

Aunque trabajan constantemente para conseguir alimento para ellos y sus crías, las aves silvestres nos enseñan a no preocuparnos por la comida. Los alimentos, incluso los necesarios para sustentar la vida, y la ropa, incluso los necesarios para abrigarse, no deben ser motivo de preocupación. Nuestro Padre celestial promete que todas estas cosas nos serán dadas por Jesús, quien nos cuida. Él cuida los pájaros y las flores silvestres. La confianza en Jesús da contentamiento. Mateo 6:24-34 es nuestro evangelio para el decimoquinto domingo después de Trinidad.

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La misericordia de Dios hacia todos los que no lo merecen

Sólo uno de diez leprosos sanados regresó y dio gracias al Señor (Lucas 17:11-19). Este hombre era un samaritano. un miembro de la raza que era despreciada por los judíos. No por eso Jesús retira su don de la curación de los demás. La misericordia de Dios se extiende hacia todos los que no lo merecen. Sin embargo, sólo al samaritano Jesús le dijo: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”. Había sido sanado en alma y cuerpo. Los dones de Dios que hemos recibido de Él a través de la gracia durante toda nuestra vida equivalen a mucho más que una limpieza de la lepra corporal. Hemos recibido y estamos recibiendo continuamente las riquezas del amor y la misericordia inmerecidos de Dios domingo tras domingo, día tras día

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El buen samaritano como figura de Cristo

Lucas 10:23-37 es nuestro evangelio para el decimotercer domingo después de Trinidad. El hombre medio muerte no tenía capacidad para ayudarse a sí mismo. La Ley, representada por el sacerdote y el levita, tampoco pudo salvarlo. El samaritano representa la gracia de Dios en Jesucristo, quien fue acusado de ser samaritano por los fariseos. El amor de Cristo no tiene limites. Somos pecadores y tenemos limites. Pero, gracias a Dios, el amor de Cristo nos ayuda y capacita a amar nuestro prójimo.

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La fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios

“Así que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” En Romanos 10:9-17, nuestro epístola para el duodécimo domingo después de Trinidad, San Pablo afirma que la predicación del evangelio tanto a los judíos como a los gentiles es conforme a la voluntad de Dios. Puesto que el Señor quiere que todos los hombres se salven, también quiere que el Evangelio sea predicado a todos los hombres. El mensaje de Isaías 29:17-24 concuerda con la del apóstol. Dios desea que sus hijos de todos los tiempos aprendan de Él la verdadera sabiduría, que escuchen y presten atención a su Palabra y sean encontrados en los caminos de la santificación. ¿Y los que no pueden oír? El profeta dice así: “Y en aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas.” Nuestro Señor cumplió la profecía de Isaías en Marcos 7:31-37, también Salmo 146. Este hecho del Señor no fue una ordenanza para todos, pero en otra manera tiene el aspecto de un sacramento. La Palabra de Dios fue ligada con un elemento visible. Fíjate: Aquel hombre no tenía ninguna habilidad para sanar si mismo. Todo fue hecho por la Palabra del Señor. Dios ha dado la predicación de la Palabra y los sacramentos para que las personas lleguen a la fe.

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La señal de Caín o la señal de Cristo

Aún hoy pensamos que nuestros actos de desobediencia no son tan importantes, pero las consecuencias son profundas. Vemos los terribles frutos de la desobediencia de Adán y Eva en Génesis 4:1-15, nuestra lección del Antiguo Testamento para el undécimo domingo después de Trinidad. Caín estaba celoso de su hermano Abel por la fe humilde y su consiguiente aceptación por parte de Dios. Caín no trató de mantener en sujeción el deseo pecaminoso de su corazón, por lo que el final de la disputa fue el asesinato. El pecado, cometido deliberadamente, siempre endurece el corazón y destruye nuestras relaciones con Dios y nuestra familia. Pero debido a que Jesucristo murió y resucitó de entre los muertos, podemos arrepentirnos y encontrar sanidad y reconciliación.

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Que significa las lágrimas de Jesús

“Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con vallado, y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti; y no dejarán en ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.” En el evangelio seleccionado para el décimo domingo después de Trinidad, Lucas 19:41-48, nuestro Señor profetizó la destrucción de Jerusalén y su templo y lloró no solamente para la ciudad, también para la mayoría del pueblo por su incredulidad y rechazo a Dios, a su Hijo ya la nuevo pacto en su sangre. Debemos prestar atención a la advertencia de Jesús. A nosotros también nos puede pasar. Visítanos a las 10am este domingo.

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Toda la vida cristiana es una ofrenda

En el evangelio designado para el noveno domingo después de Trinidad (Lucas 16:1-13), nuestro Señor les advierte aquí que deben conducir sus asuntos, y principalmente los que conciernen a los bienes temporales, la riqueza y el dinero en general, que ellos, como el mayordomo, se hagan amigos de los bienes que se les confían. Los cristianos usarán su dinero en interés del reino de Dios, estableciendo y extendiendo la Iglesia de Jesucristo por todo el mundo. La presencia de la fe se manifiesta invariablemente por las obras de amor.