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David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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La historia no ha terminado

En nuestro Evangelio de hoy (Marcos 16:1-20), San Marcos resume todo lo sucedido desde el Domingo de Pascua hasta la Ascensión, cuarenta días después. Pero la historia no termina ahí, y esa es realmente la buena noticia para nosotros. Entonces el evangelista da su versión de la gran comisión que leemos en Mateo 28:16-20. En ambos pasajes, nuestro Señor autoriza formalmente a los apóstoles a predicar la buena nueva de salvación no solo a los judíos, sino a personas de todas las tribus y naciones.

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El que no es conmigo, contra mí es

En el evangelio del tercer domingo en Cuaresma (Lucas 11:14-28), Jesús respondió a las acusaciones que él echa afuera los demonios por el poder del diablo mismo. Los advirtió que es tonto y peligroso a tratar de interpretar su poder sobre los demonios en otra manera de su victoria sobre Satanás y la venida del reino de Dios. Al blasfemar a Jesús, sus adversarios cuestionan a todos los que exorcizan demonios. “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”.

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Para cumplir toda justicia

“Para cumplir toda justicia”. Jesús pronunció las palabras en nuestro evangelio de hoy (Mateo 3:13-17), en lugar de las que otros que fueron bautizados, siendo pecadores, confesaron acerca de sus pecados. La justicia es definida por el bautismo de Jesús en el mismo momento en que ocurre, que culmina en su crucifixión. Esta justicia es más que la mera fidelidad a una serie de principios morales. La justicia de Cristo imputada en el bautismo es un hecho establecido para todas las personas.

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Preparamos el camino del Señor

En nuestro evangelio de hoy (Juan 1:19-28), Juan el Bautista hizo ahora una confesión definida acerca de sí mismo, refiriéndose a la profecía de Isaías 40:3. Era la voz de uno en el desierto, que llamaba en voz alta y con urgencia para que la gente enderezara y allanara el camino del Señor. El Mesías estaba a punto de entrar, de venir a su pueblo, e Israel debía prepararle el camino mediante un sincero arrepentimiento. Sólo aquellos que sinceramente reconocen sus pecados y se arrepienten de ellos pueden obtener la salvación en Cristo.

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El segundo testimonio de Juan el Bautista

En Juan 1:24-40 leemos acerca del testimonio de Juan el Bautista acerca de Jesús. Muchos de los discípulos de Juan se aferraron a él a pesar de su primer testimonio acerca de Jesús. Incluso después de que Juan había sido encarcelado y estaba a punto de morir, algunos de sus discípulos eran propensos a dudar de Jesús,Juan los envió a Jesús mismo (Mateo 11:2-11).

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La verdadera unidad de la iglesia

La epístola para hoy (Efesios 4:1-6) está citado en la Confesión del Augburgo, Artículo VII: “Se enseña también que habrá de existir y permanecer para siempre una santa iglesia cristiana, que es la asamblea de todos los creyentes, entre los cuales se predica genuinamente el evangelio y se administran los santos sacramentos de acuerdo con el evangelio. Para la verdadera unidad de la iglesia cristiana es suficiente que se predique unánimemente el evangelio conforme a una concepción genuina de él y que los sacramentos se administren de acuerdo a la palabra divina. Y no es necesario para la verdadera unidad de la iglesia cristiana que en todas partes se celebren de modo uniforme ceremonias de institución humana. Como Pablo dices a los efesios en 4:4-5: “Un cuerpo y un Espíritu, como fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo.” Bien, entonces, esto no significa que la manera en que practicamos el culto no sea importante, que podamos practicarlo de la manera que nos parezca mejor. Más bien, las pequeñas diferencias en la práctica no importan tanto como la unidad en la enseñanza y la comprensión de los sacramentos. Ejemplo, tenemos la misma fe recibida por la Palabra de Dios y el Espíritu Santo en el bautismo. “El bautismo” es el sacramento inicial, por el cual uno entra en esta iglesia. El Credo Niceno repite este pensamiento: “Reconozco un solo bautismo para la remisión de los pecados”. No importa si el agua del bautismo se aplica por aspersión, inmersión o algún otro método, sólo que esa agua se aplica en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, entendido como la doctrina de la Trinidad que confesamos en los tres grandes credos. Los pentecostales se equivocan cuando afirman que hay un segundo bautismo en el Espíritu Santo.

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La ley que hace sabio el sencillo

Salmo 19 dice así: “La ley de Jehová es perfecta, convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.” Sin el arrepentimiento del pecado y la luz de Cristo en el corazón, la ley es una gran carga que no queremos soportar, no condena y produce ira contra Dios. Pero si hemos recibido la nueva vida en Cristo, ya no obedecemos la ley por temor al castigo. Más bien, debido a que Dios nos ha amado sin medida, hacer su voluntad es nuestro gozo. La ley nos proporciona una guía hacia este fin. Permanezcamos en Él por la fe para que podamos producir mucho fruto para glorificar a nuestro Padre celestial y beneficiar a nuestro prójimo en la tierra. Estos hechos no nos salvan pero prueban que tenemos fe en nuestro Señor Jesús.

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No se puede salvar sin fe en la Trinidad

Nuestro evangelio de hoy, Juan 3:1-21 contiene las principales verdades cristianas centrales: La Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo); la necesidad del renacimiento mediante el bautismo; Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre en una sola persona; la crucifixión de Jesús que salva a todos los hombres; la nueva vida del creyente comparada con la vida muerta del incrédulo; la fe salva, la incredulidad condena; Jesús, la Luz del mundo. Nuestro texto habla claramente del Dios Trino como el Dios salvador.

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¿Sabéis los que os he hecho?

Juan 13:1-15 presenta la historia de la última noche de la vida terrenal de Jesucristo, aunque sin mencionar las palabras de la institución de la Santa Cena que leímos en la epístola (1 Corintios 11:23-32). Sin embargo, encontramos las verdades sobre los dos sacramentos, el bautismo y la Santa Cena. Cristo no instituyó otro sacramento en el lavamiento de sus pies, sino que estableció un modelo de humildad para recibir los dones de la fe y el perdón de los pecados.

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Cristo es la Peña de Horeb

“He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña de Horeb.” (Éxodo 17:6). El Israel antiguo experimentó la misma gracia que los cristianos experimentan en su bautismo (1 Corintios 10:1-2). También Israel tenía una cena sobrenatural dada por el Señor para nutrir su presencia en la iglesia. Y, con todo, Israel cayó y provocó el juicio de Dios. Así como Israel recibió los dones espirituales de Dios pero resistió su voluntad, así la iglesia puede rechazar a Dios a pesar de sus bendiciones. Las tentaciones que enfrenta continuamente el pueblo de Dios se resumen en la adoración de aquello que no es Dios. La gracia de Dios, y sus dones, colocan al hombre en una relación personal y responsable con él. No asegura al hombre contra el pecado y el juicio en forma mágica y automática. Sin embargo, no que los cristianos vivan en terror; ellos saben que el Dios fiel, que los llamó a la hermandad de su Hijo queda a cargo en forma protectora des sus vidas en luchas.