David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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El reino de Dios vendrá sin advertencia

“Y como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre.” En Lucas 17:20-30, nuestro evangelio para el domingo, 12 de noviembre, los fariseos le preguntaron cuándo vendría el reino de Dios, Jesús respondió: “El reino de Dios no vendrá con advertencia”. El reino de Dios no viene en forma visible, para que uno pueda observarlo y velar. De hecho, nuestro Señor dice, “el reino de Dios está entre vosotros” en donde los fieles congregan alrededor la Palabra y los sacramentos. Sin embargo, cuando Cristo venga en poder y gloria, también su iglesia será revelada en su plenitud, la suma total de todos los verdaderos creyentes en Cristo a lo largo de los siglos. Vivamos en esa esperanza, confiados en el futuro, no en la indiferencia, sino sobrios y alertas contra la falsa doctrina y la idolatría.

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Seremos como Él, porque le veremos como Él es

Martín Lutero cuestionó la idea de que el Papa pudiera utilizar un tesoro de méritos ganados a través de la devoción y buenas obras de personas declaradas “santos” por la iglesia romana para aliviar el tiempo servido por personas menos ejemplares como penitencia en el Purgatorio con cartas de indulgencia. Gracias a Lutero y sus compañeros reformadores, ahora entendemos que toda la iglesia, tanto en la tierra como en el cielo, es la comunión de los santos, que son todos los que han sido declarados justos a los ojos de Dios mediante la fe en Jesucristo. Como dice 1 Juan 3:1-3, nuestro texto para el domingo de Todos los Santos: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él apareciere, seremos semejantes a Él, porque le veremos como Él es. Y cualquiera que tiene esta esperanza en Él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro.”

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El evangelio proclamado por ángeles

Apocalipsis 14:6-7 se aplica al Martín Lutero y la Reforma. Lutero predicó el evangelio eterno de la justificación del pobre pecador sólo por la fe en los méritos de Jesucristo. Este evangelio fue propagado como si los ángeles mismos lo llevaran desde la pequeña ciudad de Wittenberg, Alemania, a todas las lenguas y pueblos; y la Iglesia de la Reforma continúa todavía su marcha victoriosa por los países. Por eso, celebramos este domingo el día cuando Lutero clavó las 95 Teses a la puerta de la Iglesia de Todos Santos en Wittenberg.

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Cristo es nuestra piedra del ángulo

En Mateo 21:33-46, nuestro evangelio de este vigésimo domingo después de Trinidad, nuestro Señor, como hace a menudo, hace un retrato de su iglesia. De hecho, dos imágenes: una viña y un edificio de piedra. Debemos pensar que la viña, en este caso, es la que el Señor había plantado en medio del pueblo de Israel, su pueblo escogido en el Antiguo Testamento. El edificio de piedra es la Iglesia del Nuevo Testamento. Cristo es la piedra angular. Por eso, la promesa de la vida eterna es segura para los fieles. Sin embarg, los que rechazan a Jesucristo son excluidos del reino y destinado para una eternidad legos de Dios en el infierno.

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La palabra segura y salvadora de absolución

Jesús dice en Mateo 9:1-8, el evangelio para el decimonoveno domingo después de Trinidad, también en Marcos 2:1-12 y Lucas 5:17-26: “El Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados”. Se ocupa primero de la enfermedad del alma, anunciando con absoluta autoridad el hecho del perdón de los pecados, aplicándolo a este hombre individual. Así como el pecado es el mayor mal en la tierra y arrastra tras de sí todos los demás males de los que la carne es heredera, así el perdón es el mayor bien que Dios puede dar al hombre. Más tarde, Jesús le dio a la iglesia la autoridad de perdonar pecados en la tierra. Esto es lo que los luteranos llaman El Oficio de las Llaves, la quinta parte principal del Catecismo. El comentario de Mateo mira hacia el futuro, la iglesia apostólica, donde la palabra del perdón será pronunciada con validez divina. El perdón ya no será un evento incierto, reservado para el Juicio Final, sino una realidad concreta en este nuestro tiempo actual.

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La Palabra de Dios y la Persona de Cristo

“¿Qué pensáis de Cristo? ¿De quién es hijo?” Esto es lo que Jesús preguntó a los fariseos en Mateo 22:34-46, el evangelio seleccionado para el decimoctavo domingo después de Trinidad. Para nosotros también hoy día, su destino se decidirá según la forma en que los hombres decidan su estimación de Cristo. En este último intento de convertir a sus enemigos Jesús les ofrece la clara enseñanza del Antiguo Testamento de lo que dice la Palabra de Dios y de su persona, verdadero Dios y verdadero hombre.

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Andéis como es digno del llamamiento con que sois llamados

“Un cuerpo, y un Espíritu, como sois también llamados en una misma esperanza de vuestro llamamiento. Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todo, y por todo, y en todos vosotros.” Efesios 4:1-6, la epístola para el decimoséptimo domingo después de Trinidad, nos da la base para la unidad de la Iglesia. El Espíritu Santo nos une a todos en la misma esperanza a través del bautismo. San Pablo no dice: Vivid según el llamado de Dios y vuestra decisión. Él dice: Vivid según el principio de que el Espíritu Santo os ha llamado por el Evangelio. Además, dice “con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor”.

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Más que un profeta

Cuando el pueblo decía: “Ha surgido entre nosotros un gran profeta”(Lucas 7:11-17), tal vez ellos estaban pensando en Elías. En nuestra lectura del Antiguo Testamento (I Reyes 17:17-24) para el decimosexto domingo después de Trinidad, Elías también restauró su hijo a una viuda. Sin embargo, ni Elías ni Eliseo (II Reyes 4:36) ni Pedro (Hechos 9:41) ni Pablo (Hechos 20:10-12) resucitaron a los muertos por su propia palabra o poder. Un mero reconocimiento de Jesús como gran profeta y reformador social no es suficiente en ningún momento. Todos los hombres deben saber que Él es el único Señor de la vida y Salvador del mundo. Sólo este conocimiento y confianza traerán la vida eterna.

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En el reino de los pájaros

Aunque trabajan constantemente para conseguir alimento para ellos y sus crías, las aves silvestres nos enseñan a no preocuparnos por la comida. Los alimentos, incluso los necesarios para sustentar la vida, y la ropa, incluso los necesarios para abrigarse, no deben ser motivo de preocupación. Nuestro Padre celestial promete que todas estas cosas nos serán dadas por Jesús, quien nos cuida. Él cuida los pájaros y las flores silvestres. La confianza en Jesús da contentamiento. Mateo 6:24-34 es nuestro evangelio para el decimoquinto domingo después de Trinidad.

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La misericordia de Dios hacia todos los que no lo merecen

Sólo uno de diez leprosos sanados regresó y dio gracias al Señor (Lucas 17:11-19). Este hombre era un samaritano. un miembro de la raza que era despreciada por los judíos. No por eso Jesús retira su don de la curación de los demás. La misericordia de Dios se extiende hacia todos los que no lo merecen. Sin embargo, sólo al samaritano Jesús le dijo: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”. Había sido sanado en alma y cuerpo. Los dones de Dios que hemos recibido de Él a través de la gracia durante toda nuestra vida equivalen a mucho más que una limpieza de la lepra corporal. Hemos recibido y estamos recibiendo continuamente las riquezas del amor y la misericordia inmerecidos de Dios domingo tras domingo, día tras día