David and Luz Maria Ernst – Serving the Lord in Venezuela

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La paz y el perdón

La Pascua de Cristo no es solo un día, sino una estación que comienza el Domingo de Pascua y dura 50 días hasta el Domingo de Pentecostés. En el segundo domingo de Pascua, el 16 de abril, recordamos el octavo día después de la resurrección cuando el Señor apareció a Tomás, para mostrar las marcas de la crucifixión (Juan 20:19-31). Había visto a su Señor resucitado, Tomás creyó y quedó satisfecho y feliz. Pero es cierto en todo momento que la bienaventuranza y la felicidad de la fe perfecta no descansan sobre las evidencias de los sentidos ni sobre los sentimientos y la razón, sino sobre la Palabra del Evangelio. Personas que dudan el amor y de la presencia de Dios en sus vidas, muchas veces se lamentan: Si yo hubiera visto al Cristo resucitado tendría una fe más firme y una esperanza más segura. Para tales personas, la historia de la duda de Tomás es un llamado para andar por fe y no por vista.

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En el bautismo hay la promesa de nuestra resurrección

Los medios de gracia a través de los cuales obra el Espíritu Santo desde ahora hasta el Día del Juicio son la Palabra y los sacramentos que Dios ha dado a su iglesia. El versículo 16 es una parte especialmente importante de nuestro texto para el Domingo de Pascua (Marcos 16:1-20). El Catecismo Menor del Doctor Martín Lutero dice así sobre el bautismo: El bautismo efectúa perdón de los pecados, redime de la muerte y del diablo, y da la salvación eterna a todos los que creen, tal como se exprese en las palabras y promesas de Dios. Y estas palabras y promesas son las que nuestro Señor dice en versículo 16 del último capítulo del evangelio de San Marcos. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Hoy comienza la nueva vida en Cristo para Pedro José Gael Santana Marquina. Que el Señor proteja su entrada y su salida, desde ahora y para siempre. Amén.

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Bendito el que viene en el nombre del Señor

“¡Hosanna! ¡Bendito el Rey de Israel, que viene en el nombre del Señor!” Hoy día usamos una versión de estas palabras de Juan 12:12-19 en nuestra liturgia como la segunda parte del Sanctus. La palabra hosanna es una forma imperativa del verbo que en hebreo quiere decir salva.Tanto la aclamación hosanna como las palabras, “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor” vienen del Salmo 118:25-26. El Salmo 118 es un salmo procesional en el que se celebra la liberación repetida de Dios de su pueblo a lo largo de los siglos. Los fieles entrarían por las puertas del Templo de Jerusalén con palmas para recibir la bendición sacerdotal del versículo 26. Estas palabras del salmo se entendían en un sentido mesiánico, como nuestra lectura del Antiguo Testamento, Zacarías 9:9-12. “Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén; y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones; y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra.” El profeta no habló de un conquistador o revolucionario que viene montado en un caballo para establecer su reino por la violencia, sino un rey que viene montado en un burro para hacer un tratado de paz. A pesar de eso, muchas personas entendieron su entrada triunfal en un sentido político o nacionalista. Los discípulos tampoco no entendieron en aquel momento, pero después de la resurrección, si.

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Los verdaderos hijos de Abraham

En Juan 8:42-59, nuestro evangelio para el quinto domingo en Cuaresma, 26 de marzo, nuestro Señor explica que la salvación no es por la historia de la familia, sino por la fe que el Espíritu Santo enciende en nuestros corazones como en los corazones de las generaciones anteriores.

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Él pasó la prueba otra vez

Jesús rechazó la tentación de convertir piedras en pan en el desierto. Pero, luego multiplicó cinco panes de cebada y dos pececillos para la alimentación de cinco mil, según Juan 6:1-15, nuestro texto para el cuarto domingo en Cuaresma. Sin embargo, Jesús pasó la misma prueba. ¿Como? ¿Y que implica para nosotros?

Juan 6:1-15

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Nuestro Señor es más fuerte que el diablo

“Cuando el fuerte armado guarda su atrio, en paz está lo que posee. Mas si sobreviniendo otro más fuerte que él, le venciere, le toma todas sus armas en que confiaba, y reparte sus despojos.” Lucas 11:21-22. Como dice nuestro himno, “Castillo Fuerte”, “Con furia y con afán, acósanos Satán. Por armas deja ver astucia y gran poder. Cual él no hay en la tierra.” Sin embargo, “el otro más fuerte” es Jesucristo. Como dice el himno, “Más por nosotros pugnará de Dios el Escogido”. ¿Sabes quién es? Jesucristo.

Lucas 11:14-28

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El poder de la oración es en la Palabra de Dios

No debemos rendirnos aunque el Señor no nos contesta o parece contra nosotros. Esto es el tema de nuestras lecturas para el segundo domingo en Cuaresma, Génesis 32:22-32 y Mateo 15:21-28. ¿En que consiste el poder de la oración? No en nuestra voluntad o nuestros méritos, sino en las promesas seguras de la Palabra de Dios. Dios nos ha prometido a escuchar todas nuestras oraciones. Sin embargo, la respuesta no depende en la fuerza de nuestra fe. Dios tiene todo el poder y además sabe que necesitamos más que nosotros podamos saber. Dios va a contestar nuestras oraciones en su tiempo según su voluntad. El propósito de la oración es para enseñarnos a confiar mas y mas en Dios.

Mateo 15:21-28

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Cuando el diablo cita las Escrituras

El diablo puede citar las Palabra de Dios, pero solamente para sembrar dudas y división. Satanás dijo a Eva en el jardín, “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” También dijo a Jesús en pináculo del Templo de Jerusalen, “Si eres el Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán para que no tropieces con tu pie en piedra” (Salmo 91:11-12). Podemos aprender de Jesús como contestar al diablo en Mateo 4:1-11, nuestro evangelio para el primer domingo en Cuaresma.

Mateo 4:1-11

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Y cuando ayunéis

Desde hoy hasta el Domingo de la Pascua, nos acordamos del sufrimiento y de la muerte de Jesucristo. Dedicamos este tiempo para examinar el corazón, arrepentirnos de nuestra maldad y recibir el perdón de Cristo. Todo lo cual constituye la disciplina en la estación de la Cuaresma, nos ayuda en nuestra lucha espiritual y nos prepara para celebrar con gozo la fiesta de la Resurección.

Mateo 6:16-21

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Dios nos escucha en nuestra oscuridad

Lucas 18::31-43

Quizás la vista sea el rey de los cinco sentidos, pero el oído es la reina. Sin la vista, un ciego oyó el acercamiento de Jesucristo y gritó, “Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!” Por sus orejas oyó las palabras del Señor, “Tu fe ha salvado.” Y su vista fue restaurado. Así dice Lucas 18:1-13, nuestro evangelio para Quincuagésima, el último domingo antes de Cuaresma. Escuchamos la Palabra de Dios por la fe; Dios siempre escuchó el grito del corazón fiel.